"Hola, Sofía. Una persona
muy amablemente me ha prestado su computadora para poder escribirte esta carta.
Personalmente hubiese preferido lápiz y papel. A mí eso de la tecnología nunca
se me ha dado, ya sabes que yo estoy muy chapado a la antigua. Pero los tiempos
cambian, la humanidad avanza y con ello ha surgido esta forzada adaptación a
las nuevas herramientas.
¿Cómo has estado mi amor?
Quisiera poder abrazarte. Ir hacia donde te encuentres y decirte lo mucho que
te quiero, lo mucho que te extraño, lo mucho que me haces falta. Daría lo que
fuera por pasar un día más a tu lado. Pero la situación actual es complicada.
Es increíble cómo la distancia puede llegar a ser tan justa como injusta al
mismo tiempo. Mi corazón se arruga terriblemente cada que pasan los días y sigo
sin verte. Me han comentado que esta situación, lejos de mejorar, empeorará
cada día un poco más, y temo que la última vez que nos vimos haya sido, en
efecto, la última. Me niego a aceptarlo, siento cómo un centenar de lágrimas
brotan de mis ojos cada que imagino tu rostro, tu bello rostro...
Ayer pensé en ti, y me vinieron a la mente un par de memorias... Las veces que íbamos al cine, las veces que te llevaba a casa tu comida favorita, las veces que jugábamos como niños hasta terminar cansados... Lo difícil que fue para mí descifrar todos tus gustos... Lo caprichosa y berrinchuda que podías llegar a ser, lo celosa y sentida que te ponías cuando no te prestaba la atención que querías... El dulce sonido de tu risa, lo inteligente y analítica que eras al hablarme de cualquier cosa, lo consciente y considerada que eras cuando no tenía el dinero o los medios suficientes para complacerte, la creatividad que derrochabas al obsequiarme cualquier detalle, por pequeño que fuera... Recuerdo cuando íbamos a la playa cada que podíamos; cómo me tomabas de la mano mientras tus pies se llenaban cada vez más y más de arena, cómo corría mientras te cargaba, pues eres más liviana que una pluma, y nos aventábamos juntos al mar, tú tan aferrada a mí, pues no sabías nadar... Recuerdo cómo asistíamos a la feria y yo reía al ver tu rostro inundado de miedo en cada atracción, aunque sabías perfectamente que yo no te iba a soltar, y al decírtelo, en tu rostro se dibujaba una inefable sonrisa, esa sonrisa de extremo a extremo que tanto me encanta, esos camanances que se hacían notar y que me tenían hipnotizado... Recuerdo tus gritos y cómo la vida se te escapaba al enterarte que tu madre había fallecido en aquél fatal accidente, y cómo mi hombro recogía tu inconsolable llanto... Nunca olvidaré la inmensa felicidad que recorría tu cuerpo cuando decidimos adoptar a aquella perrita de la calle, de cómo jugábamos con ella, de cómo le celebrábamos su cumpleaños, de cómo los doctores le pronosticaron poco tiempo de vida y, a pesar de eso, no nos desentendimos de ella y nos encargamos de que tuviera una vida llena de amor hasta el día de su partida, recuerdo cómo estuviste a su lado hasta su último aliento... Recuerdo y agradezco lo paciente que has sido conmigo pese a saber que tenía mis problemas con el alcohol, y que, en más de alguna ocasión, pude haberte lastimado... Bueno, en realidad, es difícil discernir si fueron momentos del todo reales o simplemente un producto de mi imaginación. De cualquier modo, estaba contigo... yo era feliz.
Ayer pensé en ti, y me vinieron a la mente un par de memorias... Las veces que íbamos al cine, las veces que te llevaba a casa tu comida favorita, las veces que jugábamos como niños hasta terminar cansados... Lo difícil que fue para mí descifrar todos tus gustos... Lo caprichosa y berrinchuda que podías llegar a ser, lo celosa y sentida que te ponías cuando no te prestaba la atención que querías... El dulce sonido de tu risa, lo inteligente y analítica que eras al hablarme de cualquier cosa, lo consciente y considerada que eras cuando no tenía el dinero o los medios suficientes para complacerte, la creatividad que derrochabas al obsequiarme cualquier detalle, por pequeño que fuera... Recuerdo cuando íbamos a la playa cada que podíamos; cómo me tomabas de la mano mientras tus pies se llenaban cada vez más y más de arena, cómo corría mientras te cargaba, pues eres más liviana que una pluma, y nos aventábamos juntos al mar, tú tan aferrada a mí, pues no sabías nadar... Recuerdo cómo asistíamos a la feria y yo reía al ver tu rostro inundado de miedo en cada atracción, aunque sabías perfectamente que yo no te iba a soltar, y al decírtelo, en tu rostro se dibujaba una inefable sonrisa, esa sonrisa de extremo a extremo que tanto me encanta, esos camanances que se hacían notar y que me tenían hipnotizado... Recuerdo tus gritos y cómo la vida se te escapaba al enterarte que tu madre había fallecido en aquél fatal accidente, y cómo mi hombro recogía tu inconsolable llanto... Nunca olvidaré la inmensa felicidad que recorría tu cuerpo cuando decidimos adoptar a aquella perrita de la calle, de cómo jugábamos con ella, de cómo le celebrábamos su cumpleaños, de cómo los doctores le pronosticaron poco tiempo de vida y, a pesar de eso, no nos desentendimos de ella y nos encargamos de que tuviera una vida llena de amor hasta el día de su partida, recuerdo cómo estuviste a su lado hasta su último aliento... Recuerdo y agradezco lo paciente que has sido conmigo pese a saber que tenía mis problemas con el alcohol, y que, en más de alguna ocasión, pude haberte lastimado... Bueno, en realidad, es difícil discernir si fueron momentos del todo reales o simplemente un producto de mi imaginación. De cualquier modo, estaba contigo... yo era feliz.
La gente de este edificio no
me deja salir. No dejan salir a nadie, de hecho. Únicamente dejan entrar a
ciertas personas, cuyas visitas son en todo momento supervisadas y con un
límite de tiempo. Mi contacto con el exterior es meramente visual y a través de las persianas. Vivo esperanzado en que la próxima persona en
cruzar la puerta de entrada seas tú, mi amor, pero no quisiera arriesgarte a
este infierno. Jamás te pediría que vinieras si no te encuentras en la
disponibilidad para hacerlo, no soy egoísta. Tengo bien en claro que pese a la
distancia existe un fuerte sentimiento que nos une.
Jamás en mi vida llegué a
pensar que algún día llegaría a atestiguar algo como esto. Quizás en mi
interior sabía que no era algo imposible de suceder, pero henos aquí. Uno apenas
comienza a valorar a las personas, a las cosas, a la vida en general, cuando lo
ve todo perdido, o cuando se encuentra a una nada de perderlo todo. En mi caso
es lo segundo; extraño mi hogar, mis mascotas, mi trabajo, mis amigos, mi
libertad, poder manejar, poder salir a la hora que quisiera sin que nadie me
dijera nada, sin que nadie me buscara. Extraño tu afecto, tus besos, tus
abrazos, tu cariño... Extraño contemplar por horas y horas tus fascinantes ojos grisáceos...
Me siento atrapado,
confinado. Esto pareciera ser una cuarentena vitalicia. A cada segundo que pasa, siento que voy perdiendo la cordura. Siento
que estoy enloqueciendo, que me voy desconociendo. ¿Crees que así se sentirán
los animales dentro del zoológico? Difiero de la gente que dice que esto es un
encierro, cuando realmente son dos: el físico y el mental. Encontrarte atrapada
dentro de tu propia cabeza es una de las peores cárceles en las cuales puedes
estar. Paradójicamente ahora que tengo más tiempo libre, es cuando menos cosas
hago. Intento hablar e interactuar con la gente, pero el contacto es mínimo. Me
han ofrecido revisar las estadísticas de esta miserable enfermedad, los casos
que se registran a la fecha, pero me he negado... cada vez que veo noticias
referentes al tema, alejo la mirada y me tapo los oídos, no quisiera deprimirme
aún más. Es triste saber que como humanidad no contamos aún con una cura
definitiva, que existen tratamientos, pero nada que te garantice un escaparate
seguro a la muerte. No podemos culpar al gobierno de todo lo malo que nos pasa,
cuando nosotros como humanos nos deshumanizamos los unos con los otros.
Me altero con el simple
hecho de pensar que soy portador de esta enfermedad y no saberlo. Esto, sin lugar a dudas, vino a cambiarme la vida. Mi mundo se me
cae a pedazos y yo, no puedo dejar de pensar en ti, Sofía...
Sé que no ha pasado mucho tiempo
desde que todo esto comenzó, pero siento que ya no me recuerdo de ti. Así que,
si llegas a leer esto, por favor, respóndeme. Te aseguro que me harías muy
feliz. Quiero que me cuentes cómo has estado, qué has hecho, cómo está tu madre,
¡Quiero que me lo cuentes todo con lujo de detalle!
Debo admitir que esta
carta la he estado escribiendo en varios días, unos amigos me han estado sugiriendo
qué palabras utilizar. Y es que soy muy torpe para esto, lo sabes. Sólo quiero
que tengas algo para recordarte de mí mientras todo esto pasa. Por eso hoy, veinticuatro
de julio del dos mil seis, te he escrito esta pequeña cartita. De antemano me
disculpo si en algún momento de esta carta notaste algún desvarío en mis
palabras, pero cada que intentaba seguir escribiendo, el doctor me interrumpía
para darme mis medicinas. Él dice que estoy muy bien, que mi Alzheimer sigue estando
en su fase leve, pero que no me descuide pues es algo impredecible. Sofía, hija
mía, han pasado ya dos años desde que te vi por última vez. Dos años ya, desde
el día en que me trajiste a este nuevo hogar.
Sé que seguramente habrás
estado muy ocupada durante este tiempo, siempre fuiste una chica muy atareada.
Pero me harías muy feliz si llegas a contestarme. Yo, por mi parte, seguiré insistiendo y resistiendo
hasta donde mis barreras me dejen hacerlo. Es duro verme en el espejo cada
mañana mientras estoy semiconsciente de lo que me está pasando, de mi continuo
deterioro. El otro día soñé cómo un joven, quien desde muy chico comenzó a
consumir drogas y a unirse a pandillas, me dijo, con un tono de voz arrepentido,
que envidiaba mi condición... es irónico, ¿no lo crees? También sé que llegará
el día en que te olvide, tal y como tú te has olvidado de mí, pero yo te
seguiré queriendo hasta donde mis fuerzas den.
Te deseo todo lo mejor del
mundo, infinitas bendiciones y muchísimos éxitos. Si me necesitas, sabes bien
en dónde buscarme.
Atentamente,
Tu padre, que te quiere
mucho."

Me encantó... te quiero mi Carlownski 😘
ResponderEliminarEn efecto, una de las mejores.
ResponderEliminar