Esto no es un blog. Hoy no hay historia ficticia con tintes deprimentes y que desde lo más oscuro puede llegar a dejar algún mensaje. Hoy solo soy yo, sincerándome respecto a mi inactividad en este medio. Sé que verdaderamente no hay necesidad de hacerlo, pero es mi deseo hacer constar mis razones.
No hay justificación. En mi primer blog (allá por el 2018) declaré fehacientemente que de manera frecuente, o cuanto menos periódica, estaría publicando mis títulos. Palabra que sostuve de forma constante en un inicio, pero que paulatinamente me fui menguando. Aquella llama inspirativa se fue apagando con el pasar de los días, de los meses. Una serie de eventos en lo cotidiano de mi vida, tanto para bien como para mal, impulsaron mi inconsistencia e hicieron destacar a flor de piel mi falta de compromiso. Lo que comenzó con blogs prácticamente semanales, discretamente se fue convirtiendo en mensuales, bimestrales, trimestrales, semestrales... solo hace falta verificar los registros cronológicos para exhibirme, para evidenciar el hecho de que no he subido ni un solo blog en lo que va del año.
Y reitero, no caeré en excusas vacías. No es por falta de tiempo ni tampoco por falta de ganas; muchas veces me senté frente a la pantalla esperando que naciera algo del aire, que surgiera cualquier idea dentro de mi bizarra cabeza. Pero simple y sencillamente el cursor no se movía, la página permanecía en blanco. El tanque de inspiración está en cero, está bloqueado, y no es ni debería ser algo que deba forzarse. Como bien dicen por ahí, a la fuerza ni la comida es buena.
Y es por ello que hoy salgo a dar la cara en esto que comencé. Le tomo la importancia debida porque para mí esto es así; terapéutico, liberador, un escaparate para el desahogo, un sitio en el que puedo plasmar y, de alguna manera, dar vida a todas y cada una de mis ideas. También estoy aquí para pedir perdón. Y no, no le pido perdón a nadie en especial (porque sé que es muy reducido mi grupo de lectores, pero que, aún así, no es que les quite el sueño el que no suba algo), me pido perdón a mí. Me pido perdón por dejar que situaciones ajenas al blog, y de las cuales no entraré en detalles, me influencien de manera negativa, me desgasten y me mantengan aprisionado emocionalmente, y, consecuentemente, le corte las alas, acorrale, amordace, secuestre y mantenga en silencio a mi pobre inspiración, que es una de las pocas cosas por las cuales realmente me puedo jactar. Me pido perdón por ser como soy, tan exigente, tan duro conmigo mismo. Perdón a Tetrix. Me pido perdón por creer que puedo con todo, y no porque no pueda, pero no puedo con todo a la vez. No sé si lo habré escuchado en algún lugar o si yo me lo inventé, pero soy fiel creyente y partidario de que uno de los primeros pasos al éxito es la aceptación. Y si estoy mal y me siento bloqueado, lo acepto. Pero sé que no es el fin del mundo, que la tormenta pasará, que todo pasa y todo cambia, y que este blog aún no ve la luz al final del túnel. A medida que voy escribiendo esto, me voy sintiendo mejor (incluso el sol se asomó por mi ventana) y es que todo se basa en la actitud que adoptes al momento de afrontar las situaciones adversas. Reprimir lo deprimente, y cabeza siempre al frente. Siempre he sido y siempre seré autosuficiente, pero soy humano y es válido tropezar, pero es obligatorio levantarse, así sea con o sin ayuda.
Retomaré el blog en el momento indicado. No lo prometo ni lo declararé fehacientemente, pero sé y estoy completamente seguro de que así sucederá.

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