Me he tomado un momento para
darme cuenta que ya ha pasado más de un año desde que creé mi blog. Para darme
cuenta que “constancia” es lo que menos he demostrado durante estos últimos
meses. Si bien es cierto, no me siento obligado a escribir nada si no me siento
dispuesto a hacerlo. Esto no es un trabajo para mí (al menos de momento), es un
simple pasatiempo. Pero también tengo muy presente que escribir un libro es una
de mis metas que me he trazado a largo plazo, y que mi inconsistencia e
indisposición me significará un terrible obstáculo. Es por eso que me puse a
pensar que el tiempo pasa y no regresa, que a lo mejor no le doy el mejor
provecho y es por ello que de mí surgió la siguiente reflexión. Algo un tanto
distinto a los demás blogs, pero espero lo disfrutes.
Imagínate esto: Si el tiempo
fuera una persona, sería alguien cuanto menos interesante, ¿no? Una persona
enteramente impredecible en su actuar e incomprensible en cuanto a la firmeza con
la que toma decisiones. Unas veces amado, otras veces odiado. Unas veces le
exiges que camine más rápido, mientras que en otras ocasiones le intentas tomar
de la mano para frenarle, rogándole eternidad. El más deseado sin lugar a
dudas. Sumamente relativo. Sería la persona más perfecta según la mayoría, pero
a la vez el más repudiado por su incapacidad de perdonar. “Tic, tac… tic,
tac…”, todos quisiéramos tener un vehículo como el del señor tiempo, pues
este nunca se detiene, nunca falla. Es un señor que sale todas las noches a jugar cartas con el destino, mientras se cuentan lo que hicieron en su día.
El tiempo es esa persona que está
siempre contigo. Y no te confundas, él no es tu amigo; tú morirás algún día y
el tiempo seguirá caminando como si nada hubiera pasado. Es más, tú le
perteneces al tiempo y no el tiempo a ti. Tú eres su juguete, y llegará el
momento en el que le aburrirás, perderá el interés en ti y simplemente decidirá
soltarte. Pero no malinterpretes lo anterior, el tiempo es un buen tipo. Quizás
sea un poco estricto, lo cual solemos confundir con crueldad, pero tarde o
temprano nos damos cuenta de lo justo que es.
El tiempo se sienta en una
esquina y te observa sigilosamente. Comprende tus decisiones, pone en duda tus
acciones y escucha las palabras que pronuncias. Muchas veces te dice al oído: “Amig@,
por supuesto que me quedaré contigo mientras pierdes el t…, mientras me pierdes,
pero, ¿no tienes una tarea por hacer? ¿no tienes tantos temas que estudiar? ¿no
tienes un cuerpo que moldear? ¿no tienes familia o amigos con los que me debas
compartir? ¿no deberías declarártele a esa persona?”.
Es esa persona a la cual le
prestas demasiada atención cinco minutos antes de salir de la escuela o el trabajo. Esa persona que se burla cuando le pides "tiempo" a tu novi@, o que creas que una relación se define por la cantidad de tiempo transcurrido con esa persona. Es esa persona que pasa increíblemente lento, aparentando detenerse, cuando estás
con tu pareja, cuando la besas, cuando la abrazas. Es esa persona a la que te
aferras al recién despertarte, a la que le dices: “sólo serán cinco minutos
más”. Es esa persona que hace de todo con tal de que llegues a tu casa
minutos antes de que llueva terriblemente. Es esa persona a la que te haces de
oídos sordos cada que te regaña por tu insistente e innecesaria impuntualidad a
tus citas. Es esa persona a la que le echas la culpa cuando dices “ha pasado
tanto tiempo” desde que viste o hablaste con “x” persona, desde que te
peleaste con tu mejor amigo o amiga sin lograr hacer las paces, desde que
visitaste a tus padres, desde que te reuniste por última vez con tus amigos… cuando
realmente el tiempo no es el culpable. Es esa persona a la que le imploras
desmesuradamente cada que ves a tus padres, a tus abuelos o a cualquier ser
querido que se encuentra atravesando por un mal rato, para que no las suelte
jamás.
Porque sí, es un hecho que la
gente no se vuelve más joven. El señor tiempo no tiene las suficientes manos
para sujetarnos a todos a la vez, debe ir soltando a unas personas para empezar
a tomar a otras que apenas van iniciando. Es ahí cuando soltamos frases al
estilo “el tiempo no perdona” o “el tiempo perdido hasta los santos
lo lloran”, pero, ¿realmente es el tiempo el culpable?
El señor tiempo nos dejará
algún día. Eso es algo inevitable, así como evidente, nos damos cuenta de ello
desde el día en que notamos que nuestros padres están envejeciendo. El señor
tiempo únicamente nos verá de brazos cruzados y se mantendrá en silencio
mientras nos deja decidir qué uso le daremos. Él suspira, para bien o para mal,
cuando lo aprovechamos o cuando lo malgastamos. Él no nos lo dirá, pero lo que
más desea es que lo aprovechemos pasando tiempo de calidad con tu padre, tu
madre, tus hermanos, tus amigos, tu pareja. Él quiere que le recuerdes más
frecuentemente a tus padres cuánto los quieres. Él quiere que dejes de lado tu
teléfono celular mientras estás con tu familia. Él quiere que aproveches a todos
y a cada uno de los seres que te quieren (porque sí, las mascotas también son
propiedad del tiempo). Él quiere que dejes tus excusas de un lado y hagas
realidad ese cambio que tanto anhelas, pero que al mismo tiempo no te animas a
dar. Él quiere que expreses tus sentimientos por esa persona, que hagas las
paces con alguien con quien te hayas peleado, que perdones a tus enemigos. Él
no quiere que lo pierdas en personas o en cosas que no valen la pena, ni que
sigas esperando cosas que definitivamente no sucederán, recuerda que lo único
que cae del cielo es la lluvia. Él sanará tus heridas cuando lo necesites y
dirá si algo o alguien es para ti. Él no quiere que tu pasado te atormente, ni
que pensar en tu futuro te vuelva una persona ansiosa; él quiere que vivas el presente en paz con él. Él quiere y espera
muchas cosas de ti, que nazcan de ti. Intenta llevar una buena relación con el
señor tiempo. Vive cada día como si no hubiese un mañana, porque mañana puede
ser muy tarde. Porque cada día es un regalo y no un derecho dado. Cada segundo
cuenta porque no hay un segundo intento. Recuerda que las manos del tiempo,
jamás están de tu lado.
(Y sí, las últimas cuatro
oraciones las tomé de la canción titulada “If today was your last day”
del grupo Nickelback. La recomiendo escuchar).




